Es sabido que el movimiento obrero en la Montaña Central de Asturias se dividió desde sus primeras movilizaciones entre socialistas y anarquistas, que fueron mayoritarios respectivamente en las cuencas del Caudal y la del Nalón. Mieres fue el núcleo donde el marxismo arraigó pronto entre los mineros y los metalúrgicos de la Fábrica que había fundado el francés Numa Guilhou y encontró más tarde su referente en el líder Manuel Llaneza, fundador del Sindicato de los Obreros Mineros de Asturias en 1910.
Al otro lado de la montaña, los libertarios tuvieron su epicentro en La Felguera, y allí en las primeras décadas del siglo XX el Centro Obrero La Justicia se convirtió en un modelo de organización no autoritario que abrió el camino para que la Confederación Nacional del Trabajo –también fundada en 1910- se implantase con fuerza en el proletariado de la zona, manteniendo su vigor hasta caída del frente norte en el otoño de 1937.
La historia de La Justicia todavía está por hacer. Hasta el momento, solo el periodista Fernando Romero se ha acercado a ella en un capítulo de su biografía sobre Higinio Carrocera, recogiendo algunas informaciones de la prensa de época y también los escritos con los que el franquismo fue fraguando la venta del local a favor de la Comunidad de Padres Dominicos que construyeron un templo católico sobre su solar[i].
Como sucedió en todos los centros anarquistas que se abrieron en España a finales del siglo XIX y principios del XX, la actividad sindical fue pareja con el fomento de la cultura, en la idea de que los obreros bien formados e informados se enfrentarían con más posibilidades de éxito a los abusos de la burguesía capitalista. En este sentido, otra fuente que nos proporciona muchas pistas sobre los grupos y los actos que se impulsaron desde La Justicia es la tesis doctoral de María Antonia Mateos Martínez “Verdad en la farsa. Teatro social en los centros obreros de Asturias (1900-1937)”[ii]: se trata de un concienzudo trabajo de casi mil páginas dedicado tal como se expresa en su título a la actividad teatral, pero que nos da otras pistas sobre los protagonistas y los hechos vinculados a la historia del anarquismo en La Felguera.
Las referencias en más publicaciones son escasas, por lo que nos queda pendiente una investigación más profunda, que si no se produce alguna sorpresa debe limitarse al rastreo de las hemerotecas ya que todo indica que los archivos del Centro Obrero pudieron sufrir el mismo destino que su magnífica biblioteca, que acabó perdiéndose totalmente tras la guerra civil cuando las tropas que ocuparon La Felguera echaron sus libros al fuego empleándolos como combustible para calentarse.
Una excepción que nos aporta alguna luz son las anotaciones del recordado Aquilino Moral en sus memorias[iii], importantes porque aportan un testimonio de primera persona, ya que el viejo militante felguerino fue contador-tesorero de La Justicia en 1914 e impulsor de innumerables iniciativas para su desarrollo, tanto sindical y social como cultural, sobre todo a la hora de hacer crecer su biblioteca. Aquilino dejó constancia escrita de los acontecimientos más importantes que se desarrollaron en sus locales, aportando detalles tan curiosos como la actitud de los republicanos, que participaron junto a los anarquistas en la puesta en marcha del Centro Obrero, pero que cuando ocupaban los puestos directivos del Centro Obrero, ponían procuraban oponerse a la propaganda sindicalista.
Y es que hasta la implantación de la CNT el local fue también escenario de reuniones y actos de otras agrupaciones de la izquierda local, incluyendo por supuesto a los socialistas, pero sobre todo a los republicanos federales, que en no pocos casos e igual que sucedió en otras provincias, acabaron adoptando posiciones libertarias debido a que compartían muchos aspectos de su visión de la organización social.
En Asturias el desarrollo del movimiento libertario en La Felguera fue parejo con el de Gijón, ya que en las dos villas el anarquismo superó al marxismo y gran parte de los proyectos que el anarco-sindicalismo planteó y desarrolló en Asturias se sostuvieron en ambos lugares. Ramón Álvarez Palomo lo explicó en varias ocasiones en su biografía de Eleuterio Quintanilla[iv], incluyendo en sus datos alguna fecha que nos hace dudar sobre el dato que siempre se acepta sobre la fundación de La Justicia en 1903.
Así podemos leer en este libro: “En 1900 ya existió en Gijón una imprenta de tipo cooperativo sostenida económicamente por las Sociedades Obreras gijonesas y por las que tenían su sede en el Centro La Justicia de La Felguera, siempre hermanadas por las afinidades y los métodos de lucha”.
Y en el mismo sentido, debemos tener en cuenta otras noticias de hemeroteca que nos confirman la existencia de una potente sede libertaria abierta con anterioridad a 1903, aunque no la cita con el nombre de La Justicia. Por ejemplo, cuando en 1901 la prensa regional se hizo eco de que el Centro Obrero de La Felguera había acordado que varios socios, facultados para ello, diesen clases nocturnas de contabilidad y otras materias a sus compañeros, “además de otras cosas que se crearán para fin y recreo de dicho centro[v].
Por lo tanto no podemos dar por cerrada la fecha de esta fundación y es una cuestión que queda pendiente para otros trabajos más completos.
Lo cierto es que La Justicia pudo abrirse gracias a que los obreros de la villa, sobre todo metalúrgicos y próximos a la ideología anarquista, que hasta aquel momento se repartían en varias asociaciones, decidieron unificar sus esfuerzos estableciendo una cuota mensual de 25 céntimos mensuales con este fin, e incluso, como hemos visto, aceptaron compartir el mismo local con los republicanos federales.
La unidad de acción entre los obreros sindicalistas de Gijón y La Felguera se mantuvo durante décadas con la colaboración mutua en actos, campañas de solidaridad y publicaciones; también se plasmó más tarde a la hora de elegir en el Congreso constitutivo de la CNT en Barcelona en 1910 a un delegado que representase conjuntamente a 17 sociedades de gijoneses y felguerinos, que en aquel momento tenían detrás a 3.000 afiliados.
A partir de este momento, la mayor parte de los anarquistas asturianos, incluyendo a los socios de La Justicia se adhirieron a la nueva central anarco-sindicalista y convirtieron al Centro Obrero en el corazón de todas las movilizaciones y las huelgas del valle del Nalón, por delante de los socialistas, que tenían buena implantación en las minas, pero sin llegar a la importancia de la cuenca del Caudal donde el SOMA fue claramente mayoritario.
Al ver los oficios de los asturianos representados en aquel congreso fundacional de Barcelona, vemos pronto que reflejaban tanto las labores del valle del Nalón como las de la ciudad costera: mineros; ajustadores, torneros y forjadores; caldereros y ayudantes; obreros en hierro y demás metales; mamposteros, albañiles y peones; carpinteros y ebanistas; pintores; panaderos; oficios varios; botelleros mecánicos; obreros vidrieros; modelistas, moldeadores y ayudantes de fundición; ajustadores, torneros y forjadores; constructores de carruajes; trabajadores del muelle; conductores y cobradores de tranvías.
Los gobernantes de turno y la policía pronto fueron conscientes de la importancia que tenía La Justicia para la organización de la clase trabajadora y por ello la reprimieron con multas y clausuras constantes que siempre se fueron superando con lucha y esfuerzo. Tras una de estos cierres, esta vez causado por las consecuencias de la huelga revolucionaria que sacudió a gran parte del país en 1917, el centro se reorganizó al año siguiente, cuando se vivía el proceso de preparación del decisivo II Congreso de CNT convocado en el Teatro de la Comedia de Madrid del 10 al 18 de diciembre de 1919 con la asistencia de 450 delegados en representación de casi 800.000 afiliados.
Entonces los anarquistas locales, cambiaron su denominación como Grupo Sindicalista de La Felguera por el de Agrupación Libertaria para formar parte de la Federación de Grupos Libertarios de Asturias.
Una de las actividades que más se cuidaron en el Centro Obrero como vehículo para transmitir conocimientos a los trabajadores fueron las conferencias públicas. Eleuterio Quintanilla fue un ponente habitual en estos actos cuya reseña solía recoger después el diario “El Noroeste”, representante de la izquierda regional. Por ejemplo el 12 de febrero de 1919 el gijonés estuvo en uno presidido por Rudesindo Aller, entonces presidente de la sección felguerina de obreros metalúrgicos.
En aquel 1919 Manuel Villar “Ignotus”, quien fue director de “Solidaridad Obrera”, recogió el número de afiliados que la CNT anotaba en la Felguera sobre los 9.833 que tenía en toda Asturias, entre los que echamos de menos los datos concretos referentes a la minería, tal vez incluidos en el bloque de los metalúrgicos:
Albañiles y peones…210
Metalurgia…1.465
Obreros en ladrillo refractario…120
También Avelino González Mallada estuvo vinculado a La Justicia en estos años. Avelino era gijonés y después de sus primeros trabajos en esta villa en la fábrica de Laviada y en el dique, tuvo sus primeros contactos con los anarquistas e ingresó en 1911 en la CNT, pero tras ser despedido y emigrar a París, se trasladó a La Felguera; aquí recibió el encargo de llevar una escuela que en aquel momento tutelaba la Confederación en Frieres.
Otro maestro que pasó por La Justicia en ese mismo 1920 fue el revolucionario catalán Víctor Colomer, afiliado a la CNT, y que luego sería uno de los fundadores del Bloque Obrero y Campesino, junto a Joaquín Maurín.
Ramón Álvarez Palomo apuntó en su libro los nombres de algunos de los hombres más activos del Centro Obrero según el testimonio que le proporcionó el militante felguerino Aladino Huerta: Ramón “El Soso”; Jerónimo Riera; Herminio Prieto; los hermanos Geijo; José Fueyo; Ramón Suárez; Secundino Aller; Facundo Suárez; Aquilino Rodríguez; José Antuña; Jerónimo Martín; Felipe Menéndez; Teófilo Rodríguez. También por supuesto Aquilino M. Moral y otros de más difícil identificación porque solo los citó por su nombre o apellido: Victoriano, Armandín y Cabez[vi].
Junto a estos, en La Justicia se forjaron algunos anarquistas que merecen una biografía más detallada. Por ejemplo Jerónimo Riera Álvarez, quien después de haber sido detenido en 1924, protagonizó un curioso episodio en 1928 cuando fue conducido a Madrid junto a los también socios del Centro Obrero José Antuña, José Pueyo, Pedro Martín y Francisco Díaz, acusados de estar planeando un atentado contra las obras de la Exposición Internacional de Barcelona. En la capital fueron interrogados y maltratados hasta que tras ser sometidos a un violento interrogatorio durante 36 horas, acabaron siendo puestos en libertad por falta de pruebas. Jerónimo Riera fue fusilado en Oviedo el 11 de mayo de 1938.
Libertario destacado fue Celestino Fernández “El Topu”, que aunque era natural del concejo de Bimenes vivió en Lada y trabajó en Duro Felguera. Militó en el en el Sindicato Único de la Metalúrgica de la CNT junto a Onofre García Tirador e Higinio Carrocera e igual que ellos tuvo una destacada participación en la revolución de octubre, donde le tocó dirigir la columna confederal de 200 felguerinos que se hizo con la fábrica de armas de La Vega. Murió en Siero el 21 de noviembre de 1937.
El propio Onofre García Tirador, nacido en Ribadesella, fue otro de los metalúrgicos de Duro Felguera, que compaginó el trabajo con su formación cultural aprovechando la biblioteca de La Justicia, lo que le permitió después dar clases en una escuela racionalista de Sama. Militante de la CNT y la FAI, a pesar de oponerse a la Alianza Obrera, en 1934 formó parte del Comité Revolucionario de la Felguera y, como dije más arriba, dirigió con Higinio Carrocera y Celesto “El Topu” el asalto a la fábrica de armas la Vega. Su prestigio llegó al punto de que durante la guerra civil el Batallón Confederal nº 2 fue conocido como “Batallón Onofre”. En sus últimos años formó parte de la CGT y murió en México en 1988.
Por último, debemos destacar entre todos a Higinio Carrocera, cuya vida ha sido ya bien contada, como vimos al principio de estas líneas por Fernando Romero. La figura de Carrocera estuvo íntimamente vinculada a su aprendizaje en La Justicia, que frecuentó desde muy joven. Había nacido en Barros y fue trabajador de los Talleres de Laminación de la factoría Duro Felguera y sindicalista partidario de la acción directa. Su capacidad para la organización en los combates, que culminó con su defensa de las posiciones del Mazucu en septiembre de 1937, junto a una valentía y una honradez excepcional lo convirtieron en un verdadero héroe del pueblo, y tras su ejecución el 8 de mayo de 1938, su memoria sigue inspirando actualmente al movimiento libertario.
Volviendo a La Justicia, una de las características de los obreros que se reunieron en ella, fue su pasión lectora que se plasmó en una magnífica biblioteca en la que tuvo mucho que ver Aquilino Moral, preocupado siempre por ir adquiriendo nuevos ejemplares con la recaudación que se obtenía en funciones musicales y de teatro organizadas con este fin. Al mismo tiempo La Felguera pudo presumir en el primer tercio del siglo XX de ser uno de los puntos de España con más suscriptores a la prensa confederal y anarquista, lo que nos da una idea del perfil que tenían aquellos anarco-sindicalistas.
Por otra parte, nos consta que allí se dieron proyectos culturales de diferente entidad, cuyas actividades podemos seguir también por la prensa de las primeras décadas del siglo XX. Con este fin se creó en La Justicia un colectivo libertario llamado “Amor y Odio” que trajo hasta sus locales a conferenciantes de prestigio, como Federico Forcada, impulsor de la Escuela Moderna, quien disertó en abril de 1910 sobre “La enseñanza racionalista en la historia”,
Forcada, quien había sido encarcelado en la represión que siguió a los sucesos del verano de 1909 y el fusilamiento de Ferrer Guardia, era un reformista republicano que volvió a dar otra conferencia en La Felguera en enero de 1912, el mismo año en que pidió su ingreso en la masonería.
Otro grupo formado en La Justicia fue el cuadro artístico llamado “Cultura y Solidaridad”, que se dio a conocer el 18 de septiembre de 1923 representando dos pequeñas piezas en un acto: “Azucena”, de Joaquín Abati, y “El pan de piedra”, de José Fola Igúrbide[vii], un autor que combinaba influjos anarquistas, socialistas y cristianos a la manera del misticismo de Tolstoi que estuvieron tan en boga a finales del siglo XIX.
“Cultura y Solidaridad” estuvo en escenarios de toda Asturias, según contó Fernando Rodríguez, uno de sus integrantes, quien además fue secretario de La Justicia. Sus funciones siempre tenían fines solidarios y sufrió la misma suerte que la mayor parte de las asociaciones vinculadas al anarquismo, ya que después de sucesivas prohibiciones durante la Dictadura, cesó en su actividad a finales de 1924.
Después, gracias otra vez a las gestiones de Aquilino Moral, quien veía en el teatro una forma de propaganda directa y popular, en febrero de 1926 pudo formarse un nuevo cuadro artístico dependiente de la federación de Sociedades Obreras de La Felguera, que organizó una velada en el Teatro Vital Aza de Sama para recaudar fondos para la biblioteca de La Justicia. Dentro de la misma campaña, también se pudieron comprar más libros con el donativo particular que hizo el vecino de Sama Olegario Rebollos.
A la vez, el salón del Centro Obrero sirvió para acoger a más colectivos artísticos llegados desde otros concejos asturianos o de la misma villa, que pudieron representar allí sus obras, con independencia de que no coincidiesen en su actividad sindicalista.
En La Justicia también funcionó durante años una escuela, y conocemos los nombres de algunos de los maestros que impartieron allí sus clases. Por ejemplo José María Pérez Porrón en 1905[viii]
Al depender del Centro Obrero, la escuela sufrió también numerosos cierres gubernativos y fue reabierta una y otra vez. Aquilino Moral narró en sus memorias como su primera detención se produjo en 1915, cuando el Centro Obrero sufría una de estas clausuras y se vio obligado a dejar en casa del conserje unos ejemplares del semanario gallego “La Voz del Obrero”, que cayeron en manos de la policía.[ix]
Pero La Justicia fue sobre todo un lugar de lucha, donde se celebraron las reuniones y asambleas que decidieron no solo los conflictos laborales y huelgas de La Felguera sino también la toma de posición sindical y política de sus asociados. Volvemos de nuevo a Aquilino Moral para recordar como en septiembre de 1914 se celebró allí una asamblea contra las subida de cinco céntimos en el kilo de pan anunciada por la Patronal de Industriales de Langreo de la que derivó el asalto a las panaderías de Lada y La Felguera y el incendio del establecimiento de Enrique Menéndez cuando su hijo hirió gravemente de un disparo de escopeta a uno de los manifestantes[x].
A consecuencia de aquellos hechos y tras un enfrentamiento armado con la Guardia Civil se produjo el exilio a Portugal de José María Martínez, uno de los miembros más destacados del grupo sindicalista de La Felguera, quien había estado trabajando en Duro Felguera y figuró entre los fundadores del primer sindicato anarquista de mineros asturianos “El Despertar del Minero”.
José María Martínez empleaba en ocasiones el seudónimo de José María Riestra, y con este nombre intervino como orador en algún mitin, por ejemplo el que se celebró en octubre de 1912 en La Justicia en el curso de una huelga de metalúrgicos. Entonces compartió estrado con Eleuterio Quintanilla, por quien también sabemos que José María Martínez, que en aquel momento estaba perseguido, firmaba como Riestra sus artículos en la revista “El Libertario”.
Martínez fue a juicio de Manuel Buenacasa uno de los militantes más completos de la CNT. De él escribió que “lo hace todo y bien, organiza, ejecuta, habla y escribe con gran competencia”. Tras los sucesos de La Felguera estuvo en Argentina y Portugal donde permaneció un año, desde allí pasó a Bilbao y a finales de 1916 estableció su residencia en Gijón. Su extraña muerte durante la revolución de octubre de 1934 es otro de esos capítulos pendientes que tiene nuestra historia.
El 11 de noviembre de 1922, La Justicia fue elegida por las secciones escindidas del Sindicato de Obreros Mineros de Asturias (SOMA) para debatir la creación de una nueva organización. Con un lleno formidable, se vieron frente a frente las dos posturas que dividían al movimiento obrero con respecto a la revolución rusa.
Por un lado, Avelino González Mallada y Ángel Pestaña defendían las tesis anarco-sindicalistas de la CNT contrarias al nuevo estado autoritario; por el otro Máximo Sánchez representando al Frente Único y Jesús Ibáñez en nombre de la Internacional Sindical Roja apoyaban el camino de Moscú. Tras los debates nació un sindicato que adoptó el nombre de Sindicato Único de Mineros de Asturias (SUM), con 25 secciones y 1.752 afiliados en las Cuencas, que no tardó en superar a la organización de Manuel Llaneza, aunque seguir este hilo nos alejaría del tema que estamos tratando ahora[xi].
También nos consta que a finales de 1924 la escuela de La Justicia volvió a tener problemas, porque Aquilino Moral dirigió entonces una carta al gobernador de Asturias solicitando que se mantuviese abierta para evitar que creciese el número de analfabetos entre los hijos de los trabajadores felguerinos.
En junio de ese mismo año, otro maestro llamado Fidel López Juste, que estaba al frente de la escuela racionalista de la Casa del Pueblo de Sama, pero a la vez daba clases de pintura y exponía sus obras en el Centro Obrero, fue cesado por los socialistas por su posición favorable a la III Internacional, con tan mala suerte que se quedó sin recursos para pagarse una operación quirúrgica en Madrid, por lo que el cuadro artístico “Cultura y Solidaridad” acudió en su auxilio ofreciendo una velada para recaudar los fondos que necesitaba.
En su libro “Revolución de Octubre. Quince días de comunismo libertario en Asturias”, donde relató la insurrección de 1934 desde la óptica anarquista, Fernando Solano Palacio señaló al Centro Obrero como un modelo de organización administrativa dentro del movimiento revolucionario después de hacer un retrato rápido del ambiente que se vivía en La Felguera en los años que precedieron a este capítulo histórico:
“La Felguera es una villa industrial, donde la empresa industrial y minera de Duro-Felguera tiene sus oficinas enclavadas dentro de la misma fábrica metalúrgica que es la segunda de esta naturaleza en España. Los obreros de La Felguera pertenecen a la C.N.T. y han sostenido luchas titánicas con la empresa”.
Solano incidió en la idea de que el pueblo estaba identificado con esta organización y para documentar la forma en que los compañeros felguerinos enfocaron los problemas sociales que implicó el movimiento, recogió un manifiesto lanzado a la opinión pública:
C.N.T. A.I.T.
COMITÉ REVOLUCIONARIO DE LA FELGUERA
Al pueblo en general
La Revolución Social ha triunfado en La Felguera. Nuestro deber es organizar la distribución de consumo en la debida forma.
Rogamos al pueblo sensatez y cordura. Hay un Comité de distribución, al cual se debe dirigir todo aquel encargado de cubrir las necesidades de su hogar; este Comité residirá en el centro Obrero “La Justicia”, y a él se debe dirigir todo aquel que tenga que exponer alguna queja o surtirse del vale correspondiente, quedando por lo tanto abolido el dinero lo mismo que la propiedad privada.
A las tres de la tarde se reunirá el pueblo en el Parque donde será orientado debidamente.
Sin más, por el momento, quedamos vuestros por la Revolución triunfante[xii]
Tras la amnistía de los presos de Octubre, volvieron a celebrarse actos culturales en La Justicia, y entre ellos debemos detenernos en uno celebrado en el mes de mayo de 1936 por La Agrupación Artística de La Felguera con la actuación del Coro Santiaguín de Sama, bailes regionales y canciones flamencas y las representaciones de las obras “Luminaria”, de Cesar R. González y “El sueño dorado”, de Vital Aza, porque su objetivo fue recaudar fondos para la reorganización de la biblioteca de la organización sindical felguerina, que según la información de la época, había sido destruida durante la revolución de octubre .
Esta es una noticia interesante, que nos debe hacer matizar la afirmación que siempre se da por buena de que los 23.000 volúmenes que se conservaban en La Justicia fueron quemados tras la entrada de las tropas franquistas en 1937, ya que si hacemos caso a lo que acabamos de ver, parece que una parte ya había desaparecido durante la insurrección de Asturias, aunque sí es cierto, según numerosos testigo, que cuando los vencedores establecieron su cuartel en los locales del Centro Obrero entre 1937 a 1943, hubo un tabor de tabor de regulares que encontró una utilidad a sus libros calentándose con ellos.
A partir de este momento, La Justicia ya fue solo un inmueble que el franquismo intento aprovechar para sus infraestructura totalitaria. En marzo de 1943, dos meses después de que el Ejército hubiese dejado el Nalón, el delegado local de Sindicatos de La Felguera dirigió un escrito a sus jefes provinciales comunicando que según sus cálculos el valor aproximado del centro emplazado en La Pomar era de unas 80.000 pesetas y si se quería adecuarlo para sede del Sindicato Vertical era necesario adecentarlo y elevar su piso abuhardillado, por lo que habría que invertir otras 50.000 pesetas.
En otra carta enviada a los mismos destinatarios justamente cuando se cumplía un año de la primera, se aportó el dato de que la casa de planta y piso que había albergado al Centro Obrero de La Felguera, ocupaba una superficie de 330 metros cuadrados y lindaba por todas partes con terreno propio, aunque en esta ocasión su valor se tasó a la baja hasta las 19.800 pesetas.
Finalmente, el 1 de Agosto de 1962 la Delegación Nacional de Sindicatos de Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. facultó a su Jefe en Asturias para enajenar el inmueble del Patrimonio Sindical y otorgar una escritura de venta a favor de la Comunidad de Padres Dominicos de La Felguera en el precio de 627.598,86 pesetas a pagar en cinco años, como así se hizo[xiii].
Muchos años después, en abril de 2016, en un local cedido por Aquilino Moral en la calle Valentín Ochoa Nº 5 de La Felguera, se inauguró otro Centro Social donde ahora se reúne la nueva generación de libertarios que han tomado el relevo de aquellos obreros que formaron La Justicia reivindicando su memoria y su lucha en pleno siglo XXI.
Ernesto Burgos, noviembre 2018.
[i]ROMERO, Fernando: Caerán bajo la espada. Higinio Carrocera. La lucha de un anarquista, Madrid, Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 2015, pp. 454-53
[ii]MATEOS MARTÍNEZ, María Antonia: “Verdad en la farsa. Teatro social en los centros obreros de Asturias (1900-1937), Universidad de Oviedo, 2006
[iii]MORAL MENÉNEZ, Aquilino: Mis memorias, Ateneo Obrero de Gijón, 2003
[iv] ÁLVAREZ, Ramón: Eleuterio Quintanilla (vida y obra del maestro), México, Editores Mexicanos Unidos, 1973, p. 54
[v]El Noroeste: 26-IX-1901
[vi] ÁLVAREZ, Ramón: Op. Cit. pp. 187-188
[vii] MATEOS MARTÍNEZ, María Antonia: Op. Cit. p. 429
[viii] El Noroeste: 4-XI-1905
[ix]MORAL MENÉNDEZ, Aquilino: Op. Cit. p. 9
[x] MORAL MENÉNDEZ, Aquilino: Op. Cit. p. 14
[xi]BURGOS, Ernesto: La curiosidad de Jesús Ibáñez, La Nueva España (edición Cuencas) 18-IX-2018
[xii]SOLANO PALACIO, Fernando: Revolución de Octubre. Quince días de comunismo libertario en Asturias, Barcelona, Ediciones El Luchador, 1936, pp. 91-94
[xiii]BURGOS, Ernesto: Op. Cit.